martes, diciembre 20, 2011

Muerte injusta de un ciclista


Tierra Nativa es un grupo de ciclistas colombianos que es reconocido desde hace varios años por recorrer el país en bicicleta, y ya habían logrado viajar a los puntos cardinales del país en cuatro ocasiones anteriores. Hasta la fecha, nada grave había sucedido con los miembros del grupo, hasta el horrible incidente del domingo.

En su nueva iniciativa, el grupo iba a viajar en bicicleta hasta Quibdó para dictar talleres educativos en esa ciudad. No obstante, el viaje no había durado un día cuando Sergio Muñoz Casas perdió su vida atropellado por un camión. Sergio iba con casco, siguiendo el código de tránsito en todos sus artículos, pero murió. Y con él murió de inmediato también la ilusión del grupo de seguir andando. Como era de esperarse, el viaje a Quibdó se canceló y todos volvieron cabizbajos a Bogotá.

Cualquiera que anda en bicicleta por Bogotá y Colombia sabe que todos los días corre un riesgo considerable, y que la falta de acciones concretas del Distrito (y la Nación) para reducir ese riesgo lo incrementan cada día más. Cuando salgo cada mañana para la oficina en bicicleta, me despido de mi esposa y mis hijos y salgo muerto del pánico a la oficina en bicicleta, pero lo hago porque estoy convencido de que andar en bicicleta es mejor para todos - los beneficios no son el tema de esta columna. Otros lo dejan de hacer cuando reciben su primer comparendo o cuando tienen su primer “susto” con un carro que les pasa muy cerca, porque dicen que no vale la pena el riesgo. Y vuelven a montarse a su carro. Otros, como Sergio Muñoz, no tienen la opción de decidir en qué viajarán el día siguiente porque otro actor de la vía les arrebata su vida de inmediato.

Falta mucho para que se restablezca la dignidad de andar en bicicleta en Bogotá (y, de paso, en el país). La motorización inclemente de la ciudad, la entrega de licencias de conducción en cajas de Choco Krispis y la ceguera institucional hacia los conductores que se pasan semáforos en rojo y andan constantemente por encima del límite de velocidad nos han vuelto a los ciclistas una carnada fácil, mientras los conductores motorizados andan como si fueran en alfombra mágica: sin pensar cómo conduce ni para dónde.

Necesitamos que se redirija la atención en seguridad vial hacia los más vulnerables (ciclistas y peatones) y que las acciones para reducir los accidentes de estas víctimas no sean regañarlos por cualquier falta inventada por el policía de tránsito. Se debe actuar sobre los vehículos motorizados (motos, carros, buses, camiones) que van por la vía como si fuera una pista de rally y que no tienen respeto alguno por los ciudadanos que tratan de circular a su lado. Necesitamos también que los conductores sepan que deben circular con cuidado porque alguien en bicicleta puede ser su hijo, porque nosotros los ciclistas nos vemos como hermanos.

Carlosfelipe Pardo
Director Ejecutivo
Fundación Despacio
pardo@despacio.org